Humor Perdido
¿Dónde está el humor? Al parecer, muy lejos de aquí, según expresan las caras de preocupación y cansancio que veo cada día.
Cada vez cuesta más ver una risa auténtica, no forzada por los pésimos chistes de doble sentido y la chabacanería, que inundan las parrillas programáticas de los medios masivos como una tubería rota en medio de un sótano.
Respecto a los verdaderos chistes, que aparecen en diarios, revistas y tantas otras partes, si bien se agradece su encomiable aporte a alegrarnos un poco el día a día, no son suficientes para detener esta oleada sombría que amenaza con tragárselo todo.
¿Por qué? Simple respuesta: el humor no es sólo la capacidad de reír o de hacer reír. Es un estado de ánimo, una forma de ver las cosas a través de los sentimientos. Desgraciadamente, con el ajetreo de la vida cotidiana, que nos hace ver todo negro, no sorprende que no hayan espacios para el humor. Es como un tablero de ajedrez en que quedan muy pocos espacios blancos y en el que no sabemos cómo ni hacia dónde movernos para no ser capturados.
Sin embargo, sin importar lo mal que pueda pintar la situación, depende exclusivamente de nosotros buscar la pieza que nos ayude a ganar la partida. Como dicen, todo tiene remedio, menos la muerte. Y este juego, aunque no lo crean, es absolutamente ganable.