por Sergio Melnick.
Bachelet se la jugó por entero por Frei, más allá de lo prudente. Otro error más a la cuenta. No sólo puso toda la máquina gubernamental a trabajar por él, sino incluso a su propia familia, madre e hijo. Dos intendentes removidos por intervención, ministros desplazados a la campaña, otro trabajando para Frei incluso mientras se discutía su ley de presupuesto. Pero nadie la siguió; incluso bajó su popularidad del 80 al 77%. Entonces ¿cuál es el real liderazgo? Ahora desconoce a Frei, no ha emitido comentario alguno del resultado de su candidato, pero mandó a sus más cercanos colaboradores al comando, para estrechar la coordinación de la intervención electoral. Un comando preponderantemente de izquierda (Tohá, Aleuy, Solari, Carvajal, Lagos Weber, Narváez, Antonijevich), pasando una vez más por encima de la DC, y sin leer apropiadamente los resultados de la primera vuelta: curiosamente, a la DC le fue mejor que a la izquierda.
Pero la DC, que ha sido y es enemiga histórica del PC, se vuelve a humillar haciendo acuerdos con ese partido, que entre otras cosas ha perseguido a la fe donde ha podido. Frei padre e hijo, y la gran mayoría de la Falange, fueron acérrimos adversarios de Allende, apoyaron a los militares y participaron del gobierno al inicio. Hoy Frei se dice continuador de la tarea de Allende. ¿Quién lo puede entender?
La carrera no está aún ganada, pero la primera vuelta entregó mucha información. La Concertación sacó sólo 43% en diputados. Pero Frei + Bachelet sólo 29,6%. Es el candidato, entonces, y el claro deseo de alternancia. El gobierno de Bachelet, en las cifras que quedarán para siempre, ha sido el peor de todos los de la Concertación. Nadie duda de sus intenciones, pero su capacidad de gestión es mediocre. Ha masacrado la productividad y la percepción de corrupción ha subido año tras año.
Un gran ganador, a mi juicio, fue el sistema binominal. Con sus propias reglas, sin cambio alguno, ingresaron tres diputados comunistas al Congreso. Ya no hay “exclusión”. Nunca la hubo: o no tenían los votos, o era la Concertación la que no quería. Si lo hizo ahora, lo pudo hacer siempre.
Los radicales tienen un magro 3,7% y varios parlamentarios. Hubo algunos que ganaron por fuera, aunque la mayoría perdió. Claro, porque los países requieren estabilidad y grandes mayorías. La Alianza ha apoyado sistemáticamente las iniciativas legales de la Concertación. En todos los temas importantes siempre llegó a acuerdo. Incluso Longueira fue al salvataje de Lagos en su peor momento. Así se progresó. Pero todo se desarmó con la poca pericia política de Bachelet, que partió su gobierno despreciando a los partidos y cometiendo error tras error. Así aparecieron los díscolos y las fugas emblemáticas. La Concertación colapsó sin que hubiera necesidad de ello. Fue el inicio del fin. Las recientes elecciones resultaron elocuentes.
El affaire con el PC, que fue lejos su oposición más odiosa, le costó muy caro a la Concertación. Los comunistas nunca quieren transar, no tienen historia democrática, tienen vínculos con el terrorismo, siguen defendiendo el modelo cubano: en fin, están pegados en el mal pasado.
No hay sociedades ni sistemas políticos perfectos. Por ello, no hay que comparar realidades con utopías, ya que siempre ganarán las segundas. Lo que hay que comparar es una realidad y sus problemas, contra la otra y sus propios problemas. El sistema proporcional tiene virtudes pero también serios problemas, algunos de los cuales vamos a empezar a percibir en la próxima legislatura.
Finalmente, me sorprende que ME-O continúe hablando como si siguiera en campaña, descalificando a diestra y siniestra. Su votación fue extraordinaria, es verdad. Pero él aseguró que pasaba a la segunda vuelta, y no lo logró. Ni siquiera un solo parlamentario. Claramente perdió.
Fue un voto de protesta. Los ríos a veces se desbordan, pero después siempre vuelven a su cauce. La espuma sube, pero rápidamente se decanta. Es lo que va a pasar. Ahora viene la dura realidad. Su única opción realmente ganadora es que gane Piñera. Si gana Frei, habrá hecho un gran ridículo y será llevado a la hoguera política por la Concertación. Su mejor camino es transformarse en líder de la oposición, que reagrupe lo que quede de la Concertación, saque a sus dirigentes odiosos, y pacte alguna forma de gobierno de unidad, que es la proposición de Piñera. Sólo así se consolidan su propuesta y su poder de cambiar las cosas, pasa a la historia, y además se junta con los sapos de su mismo pozo.