Una de las desgracias políticas chilenas ha sido tener una DC de izquierda. Y de eso se dan cuenta los DC en el exterior y lo dicen, lo que irrita a la presidenta del partido local. En efecto, elegido Frei Montalva, en 1964, con votos de la derecha, se creyó que haría un gobierno de centro inclinado hacia ella, como los DC de Europa. Tanto, que la derecha casi desapareció, pues su electorado volcó sus votos a la DC en las parlamentarias de 1965. Pero, cometiendo uno de los errores más garrafales de la historia política, Frei se izquierdizó, pavimentó el camino al marxismo y quedó como “El Kerensky Chileno”, título del libro de Fabio Vidigal, cuya circulación, con poca tolerancia democrática, prohibió.
Ahora, el presidente de la organización DC de América, el mexicano Manuel Espino, dice lo obvio: que “la DC chilena debería definir si sigue o no en un bloque izquierdizado”. Cosa ya sugerida por Aznar, cuyo PP es parte de la Internacional DC. Pero Soledad Alvear le ha replicado al primero con virulencia, diciéndole, entre otras cosas, que “los partidos de la derecha chilena que usted promueve... fueron los que sustentaron una de las dictaduras más atroces de América Latina”.
Frase fantástica, por provenir de la presidenta de un partido aliado con los socialistas, que siempre sustentaron la dictadura más atroz de América Latina, la de Fidel Castro (17 mil muertos), y pretendieron reeditarla en Chile. El Partido Socialista fue admirador de los “socialismos reales” y del brutal régimen de Honecker, en Alemania Oriental. Sus dirigentes asilados allá aplaudían cuando, desde sus cómodos departamentos, oían tabletear las ametralladoras matando alemanes que querían atravesar el muro y vivir en libertad. Y ahora ellos y su aliada DC se aprestan a pactar con el Partido Comunista, avalando implícitamente su historial de 100 millones de muertes, de las dictaduras más atroces de la historia de la humanidad, y de asesinatos terroristas acá.
Pero la frase de Alvear es doblemente fantástica, pues la propia DC también sustentó a la que ahora llama “una de las dictaduras más atroces de América Latina”. Basta leer las defensas que Frei Montalva y Aylwin hacían de la Junta, después del 11 de septiembre, cuando justamente tenía lugar la mayor parte de las muertes habidas bajo ese gobierno, en el período hasta el 31 de diciembre de 1973.
Entonces, según cifras de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, murieron mil 522 personas a manos de los uniformados, de las dos mil 774 que cayeron en los 17 años de ese régimen. Es decir, para emplear el lenguaje de Soledad Alvear, cuando la “dictadura” era más “atroz”, la DC no sólo la “sustentaba”, sino que la defendía internacionalmente y proclamaba que Chile había sido salvado de una dictadura comunista totalitaria, lo que era, por lo demás, verdad. Soledad Alvear, pues, ha visto la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.
Cambiarse de bando cuando el peligro había pasado fue fácil para la DC, y rentable. Así logró la Presidencia dos veces, con el apoyo de los mismos a los cuales consiguió echar en 1973 recurriendo a los militares. Pues primero los incitó y después los aplaudió. Claro, cuando pasó el peligro, los condenó y denostó. ¡Qué juego de piernas!
Pero ahora hace ya dos gobiernos que no consigue la Presidencia y, entretanto, fue superada, como primer partido del país, por la UDI, formada por quienes más consecuentemente apoyaron a la Junta y, con sólo excepciones aisladas, mantienen su reconocimiento a ella. A veces, en política la consecuencia renta más que las vueltas de chaqueta.
Artículo tomado de Diario El Mercurio