Mil días de pavor y sus dolorosas consecuencias
Los rojos quieren presentarse como “inocentes” de la tragedia que enlutó a Chile desde su llegada al poder en 1970, pretenden lavarse la manos del golpe Militar al que nos llevaron en su absurda orgía de odiosidades, hacerse los candidos destrucción del aparato Estatal, pasar desapercibidos de las trasgresiones a la Ley y la Constitución o demostrar absoluta candidez en la guerra civil que querían preparar.
Los falangistas por su parte quieren pasar colados de haber sido de los que llamaron a un golpe, pretenden que se olvide que ellos fueron quienes impulsaron la oposición dura a Allende, que fueron los propulsores de la declaración de ilegalidad del Gobierno de la UP, que se olvide que fueron parte importante de motor que se movió para derrocar al compañero, y que apoyaron al la Junta de Gobierno.
La oposición quiere pasar “piola” en sus responsabilidades en el enfrentamiento civil, pretenden que se sepulte en el pasado su asociación con la democracia cristiana en la oposición contra el marxismo, quieren que no nos acordemos que fueron “colaboradores” del Gobierno de las Fuerzas Armadas o que tengamos amnesia sobre su apoyo a Pinochet en el plebiscito de 1988
Hoy vemos con sorpresa que nadie se acuerda de lo que sucedió entre el 70 y el 73, a todos se les ha olvidado que pretendieron dominarnos por las armas y por el estómago, nadie recuerda que la economía fue destrozada o que la inflación estaba desatada, se les ha extraviado en la memoria la existencia de grupos armados o de las amenazas de muerte de que eran objeto los opositores.
Se les borro de la mente el intento de adoctrinar a nuestros jóvenes con la ENU, tienen lagunas mentales que les han hecho olvidarse de las colas, del desabastecimiento o de las tarjetas de racionamiento, ni hablar de que puedan recordar la existencia de grupos armados ilegales o del claro rumbo de guerra civil a que nos llevaban.
Consideramos que es hora de sincerar las situaciones, de dejar de auto engañarnos reconociendo la verdad histórica de mucho dolor que afectó a todos los chilenos y que sin duda ha sido responsabilidad de todos los actores de esta época de tragedia, en la que la ceguera de unos y la irresponsabilidad de otros es la nota destacada.
Es preciso reconocer que la Unidad Popular, de manera sectaria destrozó la convivencia social, pulverizó la economía y demolió las instituciones de la Republica. También es obligatorio conceder que el Gobierno Militar debió reconstruir la Nación que había sido sistemáticamente destruida por la obsecuencia de unos y la falta de claridad de otros.
Las victimas de esta época son todos los chilenos, que debieron soportar los mil días de terror rojo, los que enfrentaron con decisión, sacrificio y coraje la Reconstrucción Nacional, inclusive bajo el ataque inclemente del extremismo extranjerizante, los uniformados, que tienen centenares de victimas, siendo necesario terminar con el mito que favorece a un grupo específico.
A diferencia de las abusivas leyes que se ha dictado, nosotros consideramos que los que merecen indemnización son los chilenos que debieron soportar la destrucción del país, siendo atacados por el Estado y grupos paramilitares, los que pusieron el hombro para recuperar las libertades y los Uniformados que fueron salvajemente atacados.
De no actuar con la decencia que implica sincerar estas realidades, el reconocimiento de las culpas compartidas, la restauración de la verdad histórica y terminar con la grotesca persecución a la que se ha sometido a los miembros de las FF.AA y de Orden, lo más probable es que volvamos a repetir las traumáticas experiencias, ahora quizás en manos de demagogos mejor preparados para imponer sus designios.