Una tarea urgente para el próximo gobierno,
por Juan Carlos Altamirano.
por Juan Carlos Altamirano.
La campaña de Piñera nos promete «el cambio», en tanto la de Frei nos ofrece una «vida mejor». Sin embargo, si examinamos los programas, son escasas las propuestas en relación a reducir la brecha digital en nuestro país. Tampoco los medios de comunicación han incluido este tema dentro de la agenda de prioridades del futuro gobierno. Simplemente pareciera no haber conciencia de su trascendencia.
En el concierto mundial, los expertos en desarrollo económico, social y cultural, han repetido hasta la saciedad que es fundamental reducir la brecha digital si un país pretende alcanzar el desarrollo pleno. Aun más, las grandes economías están plenamente conscientes de que, si quedan rezagadas en la implementación de la revolución digital, perderían de inmediato su capacidad competitiva. Es así que actualmente las potencias mundiales, incluyendo Australia, Nueva Zelandia y gran parte de los países asiáticos, están invirtiendo millones de dólares con el objetivo de universalizar el acceso a internet a través del uso generalizado de la banda ancha de última generación. Por cierto, estas inversiones son subvencionadas por el Estado, pues entienden que internet no es un lujo, sino una prioridad nacional.
Hay que estar ciego para no percatarse que la digitalización está jugando un papel crucial en la vida moderna, transformando radicalmente el trabajo, el comercio, la salud, los servicios, la banca, la investigación, la ciencia, la cultura y la entretención. A su vez, el sistema educativo está siendo transformado por el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (las TIC). A nivel de la industria, la implementación de la tecnología digital permite bajar costos, mejorar la productividad, y aumentar las ventas. También, gracias al uso de intranet, webcast y publicidad online, la comunicación corporativa y la relación con clientes y consumidores están viviendo cambios profundos. Además, las TIC son hoy los grandes impulsores de la democracia, el desarrollo de la sociedad civil y la libertad de expresión.
Así, impresiona que los programas presidenciales no se hayan hecho cargo en profundidad de este tema. ¿Cómo se pueden desarrollar la igualdad de oportunidades, la movilidad social, la creación de empleos, el estímulo del emprendimiento, la creación de productos con valor agregado, la modernización del Estado, el mejoramiento de los servicios públicos, la participación ciudadana, si más de dos tercios del país se mantienen al margen de las ventajas que ofrece la sociedad digitalizada? ¿Cómo puede haber cambios sustanciales y mejorarse la calidad de vida, si más de dos tercios de la población no están “conectados” a la Web, y tan sólo un 30% tiene acceso a la diversidad informativa y de entretención que ofrecen los medios de comunicación electrónicos?
Chile necesita en forma urgente un programa de políticas póblicas que tenga como objetivo concreto la digitalización integral. No existe posibilidad de transformarnos en un país desarrollado y competitivo a nivel global, sin una visión de futuro y una planificación a largo plazo para alcanzar este objetivo. Me pregunto entonces: ¿cuáles son las políticas gubernamentales para complementar y asistir al sector privado, para que éste le proporcione un servicio de internet de calidad a todos los chilenos interesados en surgir y desarrollarse como personas? Incluso nuestra infraestructura de telecomunicaciones ya se encuentra atrasada frente al impresionante up grade que está experimentando la industria en los países avanzados. ¿Dónde están las políticas de Estado para aminorar esta brecha? ¿Dónde los incentivos para que surjan miles de empresarios jóvenes dedicados a crear contenidos digitales? ¿Qué está haciendo el Estado para terminar con el analfabetismo digital? Es fundamental contar con un ministerio dedicado exclusivamente a las telecomunicaciones y al desarrollo de las TIC, como en todos los países avanzados. Es anacrónico mantener el actual Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones cuando ambas carteras son diferentes.
Para extender, reforzar y modernizar la infraestructura de las comunicaciones y de la información digital, es fundamental que el tema se transforme en una prioridad nacional. Esperar que el mercado asuma plenamente este desafío, sería una verdadera irresponsabilidad. Ahora la pelota la tiene el próximo Presidente. Así de simple.