jueves, agosto 30, 2007

Portales y Lagos, por Gonzalo Rojas Sánchez.

Portales y Lagos, por Gonzalo Rojas Sánchez.(*)

Cartas, muchas cartas; una que otra memoria ministerial; varios artículos de prensa y decenas de decretos que llevan su firma junto a la del presidente Prieto: eso es todo lo que conservamos del ministro Diego Portales, de cuyo asesinato a los 44 años de edad se acaban de cumplir en Junio los 170 años.
El ministro trabajaba mucho más haciendo y haciendo-hacer, que escribiendo tratados. No dejó ninguno explícito, pero la carta aquella en que se quejaba del mal funcionamiento del principal resorte de la máquina, (1832) y la otra, diez años anterior, sobre la forma de gobierno que prefería para Chile, son un verdadero resumen de teoría política, apenas en 20 líneas.

La República, ésa a la que el presidente inaugurador se refería tanto y tan retóricamente en su mandato entre el 2000 y el 2006, Portales la concebía de un modo muy diferente a como la plasmó Lagos.

Para el ministro, la República debía estar en mano de los mejores, de los hombres modelos de virtud y patriotismo, con el claro objetivo de enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y de las virtudes: moralizarlos, afirmaba Portales, sin rubores de agnóstico postmoderno. Sin ningún complejo, el hombre que reconocía no portarse bien en privado, a partir de su intachable accionar público podía exigirle patriotismo, amor al orden, honor, lealtad, laboriosidad, entusiasmo, destrezas, idiomas, cultura, a quienes buscasen en la administración pública una posición de servicio. Buenas costumbres y decente comportamiento, insistía el ministro que debían tener esas personas. El mérito y no las influencias, ésa era su carta de presentación.

¿El mejor ejemplo? Un Manuel Montt, natural de Petorca, incorporado por el propio Portales al Ministerio del Interior el mismo año 1837, poco antes de la muerte del ministro. Qué ojo... Y Rengifo, y García Reyes y Sanfuentes y Varas y Vallejo y Vila y... Desde ellos mismos se fue construyendo, sepultado ya el ministro, esa administración ejemplar que resistió durante gran parte del siglo XIX los embates de las oligarquías partidistas en formación, hasta que desde poco antes de 1891 las influencias y los pitutos la minaran, llevándola ya en el siglo XX a ser capturada primero por el PR y por el PDC, y trozada y repartida después durante la UP.

Sólo un nuevo Montt, el presidente Pinochet, pudo comprender la magnitud del desastre administrativo y, recurriendo a Portales una y otra vez -desde el edificio hasta la búsqueda de los nuevos Montt y Varas: los Kast y los Cardemil, por cientos- pudo restablecer en clave portaliana unos equipos de servidores públicos ejemplares, a los que el mismo Jorge Alessandri, ya en el ocaso de su vida y bastante distanciado de Pinochet, calificaría simplemente como funcionarios "de lujo".

Después vendría la Concertación. A Portales lo harían compartir plaza con Allende y con Frei; a sus principios, los desplazarían las prácticas de allendistas y freístas. Chao administración virtuosa.

Por eso hoy, en el imprescindible empeño opositor por colocar a Ricardo Lagos en el sitial que de verdad se merece (¿de qué mérito, me habla, qué virtudes exhibió?), Portales es el reactivo indispensable. Úseselo en las dosis necesarias.

(*)Gonzalo Rojas Sánchez es un distinguido jurisconsulto y un historiador talentoso. Destaca además como profesor universitario y formador de juventudes. En la foto con un grupo de jóvenes de la Quinta Región.

Carta abierta a la comisión por, Hermógenes Perez de Arce.

Señores comisionados:

Este mundo es curioso. Una propuesta impracticable y sin fundamento, como la de monseñor Goic, deriva en una oportunidad como la que abre la designación de ustedes, personas de tantos conocimientos. Notable.

Y vuestra tarea no es tan difícil. En Chile hay un ente muy rico y dilapidador, el Estado. El dinero que derrocha debe ser para los pobres. Dénselo, y todos quedarán sobre la línea de la pobreza, sin lesionar la asignación de recursos. Al contrario, habrá más crecimiento, el gran remedio para la pobreza.

¿Fundamentos? En primer lugar, vean el estudio del Instituto Libertad y Desarrollo (publicación "Temas Públicos"), donde se prueba que si el gasto social del Estado se distribuyera directamente a los pobres, no habría pobres. Pues cada uno recibiría una suma que lo dejaría sobre la línea de la pobreza. Si las familias son de cuatro personas, con eso sólo las tendríamos percibiendo como cuatro quintos del "sueldo ético" de monseñor Goic.

En segundo lugar, consideren que el gasto público en educación, canalizado a través del ministerio, supera los dos billones (dos millones de millones) de pesos. Los alumnos pobres son dos millones y el año lectivo dura 10 meses. Recomienden dar ese dinero en "vouchers" de educación de 100 mil pesos mensuales -más de tres veces la subvención por alumno actual- por cada escolar pobre, para que su padre lo matricule donde prefiera.

En tercer lugar, la salud pública gasta al año también cerca de dos billones de pesos. Recomienden "vouchers" de salud por ese total para los pobres. Surgirán hospitales privados competitivos. Muchos, fundados por los hoy descontentos médicos. Cada pobre podría tener un seguro familiar de 90 mil pesos mensuales, y todos estarían mejor atendidos.

Ya estamos por sobre el "sueldo ético" de monseñor, aunque hayamos contado dos veces el actual gasto social en salud y educación. Y si se libera el mercado del trabajo, eliminando regulaciones sobre salario mínimo y otras gabelas, todos van a encontrar trabajo y, dado que los pobres tendrían asegurada su salud y educación, además de su pensión mínima, superarán todavía por más el "sueldo ético".

Cuando fue ministro de Hacienda Hernán Büchi, contuvo el salario mínimo real y entregó el país con cinco por ciento de desempleo. En EE.UU. han bajado el salario mínimo real y tienen cuatro por ciento de desempleo (ver Robert Sirico, "El Mercurio", domingo, B-2).

¿Que cómo lo hacemos para liquidar los monstruos burocráticos? Cada funcionario tiene un contrato, y se termina el contrato. En una economía que se va a lanzar a crear escuelas y hospitales competitivos, casi todos van a encontrar otro trabajo. Y la plata para la liquidación está. El Estado acumulará este año 20 mil millones de dólares de excedentes, aparte de que derrocha en cosas increíbles, sin contar los negocios raros, ustedes me entienden. Entonces, puede financiar la liquidación de los monstruos burocráticos. Y eso será mucho más rentable que sus malos negocios e, incluso, que el cinco por ciento de interés de los excedentes fiscales hoy depositados en el exterior.

Eso era lo que les quería sugerir. No tienen nada que agradecerme. En la hora más oscura del socialismo, en 1971, yo recomendaba las recetas de Milton Friedman (economía abierta, precios libres, propiedad privada, tipo de cambio y tasas de interés libres) y me decían que estaba loco. Después, eso se aplicó y Chile cambió. Nadie me ha dado las gracias. Está bien. Deseo servir modestamente. A ustedes y al país.

Atentamente, (viene mi firma).

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