sábado, abril 30, 2011

El pasatiempo de los matices, por Alberto Medina Méndez.


El pasatiempo de los matices,

por Alberto Medina Méndez.








A veces parece un juego perverso, solo eso. Nos proponen cosas demasiado similares, solo matices de un mismo color. Es que la política se ha convertido irremediablemente, en términos de debate, de contenidos y hasta de modos de hacer las cosas, en un vulgar entretenimiento donde se cambia algo, intrascendente por cierto, únicamente para sostener el andamiaje de lo eterno.



Es como si nos quisieran distraer en el laberinto de los temas menores, en asuntos irrelevantes, domésticos, para que el tiempo transcurra y casi nada modifique su curso. Para ello, han desarrollado un marco teórico, un conjunto de paradigmas que abonan activamente a la resignación ciudadana.



Nos vienen intentando convencer hace tiempo, que esto que vivimos “es lo que hay”, que no se pueden hacer las cosas de otro modo, que no vale la pena luchar, mucho menos pretender cambiar las formas, y menos aun los resultados.



Nos inculcan, premeditadamente, que debemos ser espectadores, que intentar modificar rumbos no tiene sentido, que la maquinaria está suficientemente aceitada para soportar cualquier embate, y claramente se han ocupado de ello, de generar los anticuerpos necesarios para rechazar cualquier proposición menor, furtiva y aislada.



El sistema está sobradamente preparado para aguantar ese tipo de tentativas solitarias y de hecho lo demuestra a diario. De ese modo consigue amedrentar a los aventureros, a los inconstantes, a los visceralmente ansiosos, al espasmódico capricho de los impulsivos, que en definitiva son los más.



Los que dicen que el único modo de cambiar las cosas es ser parte del sistema, son rápidamente cooptados por las metodologías que hacen pasar el umbral de lo incorrecto y torcer la moralidad de sus intenciones, a una velocidad inusitada.



Ellos dicen que solo estando dentro del esquema vigente se puede modificar la historia.



En el camino, se corrompen, se adhieren a los modos, se mimetizan con las malas prácticas, para terminar siendo uno más en el montón, que solo puede mostrarse como una versión renovada, en el mejor de los casos, de una dinámica idéntica a la actual.



Todos hablan de saquear y distribuir, de acaparar y repartir, de la magia de multiplicar recursos sin generarlos, y de su mayor eficiencia para administrar lo ajeno. El arte de la política parece haberse quedado detenida en este cuadro que solo pretende ofrecer una sutil gama de lo mismo.



Con esta dinámica, estamos destinados solo a repetir errores, a elegir entre semejantes, casi condenados a un resultado predecible. Mientras sigamos creyendo que el único modo de hacer las cosas es pensar en creativos mecanismos para que otros generen recursos y ver como quitárselos para distribuirlos entre los que no pueden crear casi nada, estamos complicados y no nos espera nada bueno.



A Albert Einstein le atribuyen aquella frase que dice “si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”, sin embargo la política nos propone eso, pequeñas modificaciones para terminar casi en el mismo lugar. Son películas que ya vimos, con finales parecidos, con sociedades que se entusiasman con los cambios, pero que claudican frente al invariable paisaje de lo repetido.



Nos va ganando la desazón, la entrega, el conformismo, pero seguimos comprando espejitos de colores. Rechazamos sistemáticamente a los que nos proponen esfuerzo, compromiso, empeño e incertidumbre. Preferimos a los políticos que se han inclinado por el ilusionismo, a los encantadores de serpientes, a los grandilocuentes aprendices de hechiceros.



El camino aparentemente fácil, lineal, atractivo, de vivir sin esforzarse, de recursos ilimitados, de magníficos proyectos pagados con el sacrificio ajeno, lo vivimos todos los días. Ya conocemos ese recorrido, lo transitamos cotidianamente y, cada tanto, le renovamos el crédito solo cambiando el interlocutor, cuando el anterior se desgasta, pero para seguir el mismo surco.



No se trata de cambiar de hombres, de intermediarios, sino de ideas. La riqueza se crea, y solo florece en un ámbito amigable para ello. La hostilidad con el desarrollo, el ataque a los creadores, a los mejores, a los audaces, solo debilita y dinamita las posibilidades concretas de una sociedad. El metódico y ordenado embate contra el individuo, pretende terminar con la característica esencial de la humanidad.



La guerra que nos propone la política actual, en la que los menos producen y los más viven de ello es una fórmula repetida, ya probada y que solo conduce a una sociedad sin armonía, en permanente conflicto, de enfrentamientos sin sentido, destinada invariablemente al fracaso.



Es difícil encontrar discursos discordantes en el medio de tanto paraíso de la redistribución. Los políticos que están en el ruedo, los mas novatos incluso, ya se han apegado a esta dinámica y solo proponen más de lo mismo. Hasta los que coinciden en que este modelo está más que agotado, terminan plegándose mansamente, empujados por lo electoral.



Es cierto, no abundan hombres capaces de sostener ideas propias, no sobran valientes, mucho menos gente con principios. Ante la primera tentación de la política, ceden y dejan de lado las pocas convicciones que los llevaron hasta allí, para ser parte de este pasatiempo de los matices
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jueves, abril 21, 2011

De Sierra Maestra a "Jurassic Park", por RobertoAmpuero.


De Sierra Maestra a "Jurassic Park",

por Roberto Ampuero.

¿Qué novedades reporta para los cubanos el reciente congreso del Partido Comunista? Al menos tres. La primera: formalmente Fidel Castro dejó el poder, tras ejercerlo 52 años. La segunda: los Castro pueden permanecer 10 años más, porque establecieron un límite (cinco años, con una reelección) para altos cargos. La tercera: se aprobaron medidas -derecho a compraventa de auto y vivienda; traspaso de tierras estatales a campesinos, y autorización de actividades privadas mínimas- para paliar la eterna crisis económica de la economía estatal.



No se puede examinar esta situación sin una dosis de ironía. 52 años en el poder es un récord sin parangón, casi la mitad de la vida independiente de Cuba. Notable en quien jamás ganó elección alguna en escuela, universidad, colegio profesional o votación antes de 1959, pero que desde el poder arrasó por voto unánime en toda consulta. Para los chilenos es como si, hasta el lunes pasado, nos hubiese regido alguien que asumió con Jorge Alessandri. Y todo esto en un régimen de partido único y economía pauperizada, en tensión con su socio comercial natural, y con un exilio difamado desde La Habana.



No faltará hoy quien celebre al comandante por su memoria, su resistencia al embargo estadounidense, los delicados tratos que les dispensó o la acogida que brindó a exiliados del régimen militar. Pero a los políticos, especialmente a los dictadores -me quedó claro viviendo en Cuba-, no se los debe evaluar por sus actos privados, sino por su gestión pública. Evaluarlos por su vida privada es peligroso: Stalin adoraba a su hija, Hitler amaba a su mascota, Ceaucescu vivió enamorado de su mujer, Somoza fue generoso con su sastre.



Notable también es anunciar a los 80 años, desde el poder, que se permanecerá allí "sólo" 10 años más. Más que fe en la salud propia, veo el deseo de asegurar funeral con parada militar. Igualmente notable es criticar al sistema que se controla desde 1959 por no haber tolerado la aparición de relevos, cuando los ex delfines fueron fusilados, encarcelados o vagan sin empleo por la isla. Al final, el conteo de protección de 10 años confirma algo clave: no hay discrepancias entre los Castro en torno a la conveniencia de morir en el poder, sino sobre el itinerario del desplome del sistema. Para el mayor, las reformas son el comienzo del fin; para el menor, la salvación. Fecha oficial de caducidad de los Castro: 2021. Hay tiempo para apuntalar relevos (suenan tres de la dinastía) o esperar la llegada del diluvio.



En medio de la parada militar, ciudadanos de uniforme y niños que desean a coro larga vida a la gerontocracia, entre acuerdos que ratificaron la cúspide partidaria, se ignoraron demandas en que tanto las revoluciones anticomunistas como las del mundo árabe hoy ponen énfasis: pluralismo, democracia, derechos individuales. Raúl Castro pretende imitar el modelo chino y vietnamita, que combinan la actividad estatal y privada con férreo dominio del partido. Surge la interrogante de si la carta no salió tarde de la manga.



Cuando los cubanos vean que la revolución se mantiene sobre la línea de flotación sólo gracias al turista, a cierta actividad privada y a las remesas de Estados Unidos, ¿estarán dispuestos a seguir tolerando la estructura que asfixia los espacios de la iniciativa económica como política?



Al parecer, los Castro comparten hoy una nueva convicción: la permanencia indefinida en el poder es letal para cualquier país. De poco sirve eso a la isla y a quienes murieron o han vivido bajo un régimen que ahora pretende llegar a cumplir 62 años. Los jóvenes barbudos de ayer son hoy los últimos dinosaurios.

viernes, abril 15, 2011

Desafíos Económicos, por Jorge Chávez Retamales.


Desafíos Económicos,

por Jorge Chávez Retamales.





Este año la inversión privada crecerá 60 por ciento respecto de 2010. Para el quinquenio 2010-2014, se estima una inversión de 73 mil millones de dólares, de los cuales se materializarían unos 16 mil millones durante el presente año, comparados con los 10 mil millones del 2010.




Como ha ocurrido, las áreas más importantes son la minería y la energía -con 30,4 y 38,3 por ciento del total, respectivamente-, aunque el incremento de la inversión en el sector de la construcción aumento en un 35,9 por ciento en el 2011. Asimismo, en términos de proyectos, la Región de Atacama sigue encabezando los montos proyectados, con el 23 por ciento del total, ratificando el dinamismo de una región que durante muchos años estuvo bastante deprimida.




Sin embargo, hay elementos preocupantes.El relativo menor crecimiento del cuarto trimestre de 2010 respecto de los anteriores -a pesar del alto precio del cobre y del impulso que la reconstrucción ha implicado en muchos sectores-, la excesiva concentración de la inversión sólo en proyectos mineros y energéticos, y el aún escaso aumento de la productividad son signos que deben preocupar a las autoridades. Se requiere acelerar las reformas microeconómicas para liberar las fuerzas productivas mediante incentivos adecuados, a la espera de que logren sus objetivos las de más largo plazo, como las relativas a la educación.




La presión inflacionaria se dejará sentir muy pronto, empujada por la inflación mundial de alimentos y el incipiente incremento de los precios del petróleo y la actitud del Banco Central que sigue elevando la tasa de política monetaria y la intervención en el mercado cambiario que golpeó la rentabilidad del Fondo E de las AFP, el multifondo más conservador tuvo una pérdida de 1,48% en el primer mes del año, y no se entiende el porqué el 90% de los que no participan de las exportaciones tengan que subsidiar al 10% restante. También la falta de reformas que aseguren un mejor funcionamiento del mercado laboral atenta contra el crecimiento de la productividad.




Reformas microeconómicas que den mayor flexibilidad a los mercados y más oportunidades de reasignar recursos entre sectores económicos son fundamentales para asegurar cambios positivos en la productividad de la economía. La innovación también puede ser un factor y se torna cada vez más importante a medida que se eleva el ingreso per cápita de un país. Se han creado incentivos tributarios para generar este vínculo, pero la burocracia ha impedido que se usen en totalidad.




Una rebaja de impuestos, en especial el IVA, y el término al impuesto específico a los combustibles ayudarían también a la exprimida clase media que por primera vez en 20 años disminuyó el acceso a la Educación Superior y daría también un empujón a los pequeños emprendedores, además para impulsar el crecimiento debemos contar con energía y Chile no tiene la energía necesaria para afrontar el crecimiento buscado y anhelado.


viernes, abril 01, 2011

Responsabilidad profesional del abogado, por Pablo Rodríguez Grez.



Responsabilidad profesional del abogado,

por Pablo Rodríguez Grez.



El presidente de la Corte Suprema planteó al inaugurar el año judicial su preocupación por la deficiente preparación de los nuevos abogados, derivada de la multiplicidad de planteles universitarios en que se forman. Esta materia me llevó a advertir sobre la magnitud del problema en sendos artículos, publicados en estas mismas columnas los día 21 de junio y 18 de julio de 2008. Pero, como ocurre invariablemente entre nosotros, sólo reaccionamos cuando la situación hace crisis. Con todo, lo importante, a mi manera de pensar, es que existe conciencia sobre esta anomalía y sus ulteriores consecuencias.



En el aspecto ético es urgente, como se reconoce en forma unánime, reforzar la competencia de todos los colegios profesionales, ampliándose sus facultades para sancionar las faltas éticas de sus miembros, incluso, cancelando el título, como ocurría en el pasado, ante infracciones graves y reiteradas. Respecto de los profesionales no colegiados, debería, a la brevedad, dictarse la ley que prevé el artículo 19 N°16 inciso 4° de la Constitución Política de la República, conforme al cual "Los profesionales no asociados (no colegiados) serán juzgados por los tribunales especiales establecidos en la ley". Estos tribunales, sin duda, constituirían un aporte valioso para velar por el buen comportamiento de quienes ejercen una profesión titular.



Más difícil es resolver lo concerniente al control de la conducta profesional. Afirmo, a este respecto, que deben distinguirse dos clases distintas de abogados: aquellos dedicados a funciones corporativas (asesores, funcionarios públicos y privados, consejeros, etcétera), y aquellos dedicados a actividades forenses (que intervienen en la administración de justicia, sea como miembros de los tribunales o en defensa y representación de las partes litigantes). Lo que interesa, en lo inmediato, es someter a revisión el comportamiento de estos últimos. De aquí el imperativo ineludible de constatar que poseen las destrezas y habilidades que los hacen idóneos para intervenir en la actividad judicial. El abogado es un "colaborador de la justicia" y, como tal, participa en el ejercicio de una potestad pública: la jurisdicción (facultad para conocer de las causas civiles y criminales, de resolverlas y hacer ejecutar lo juzgado).



Cuando se trata de problemas jurídicos, una persona puede hacerse aconsejar por quien estime conveniente. Desde este punto de vista, ella no requiere ni protección ni asistencia, a lo sumo, publicidad y transparencia. Reglamentar esta actividad resulta baladí y utópico. Pero no sucede lo mismo, cuando se contrata a un profesional para que represente a las partes ante los tribunales e intervenga en la actividad jurisdiccional, comprometiendo la libertad, el patrimonio y los derechos fundamentales cuya defensa le es confiada. Por lo mismo, en este caso, cabe a la Corte Suprema, en cumplimiento del mandato legal que rige actualmente, someter a los abogados que aspiran a intervenir ante los tribunales de justicia, a un control de calidad, sea por medio de un test de conocimientos y habilidades o de un examen capaz de detectar si el licenciado universitario está dotado, en lo fundamental, de las aptitudes que se requieren para enfrentar estas delicadas tareas. Como es obvio, no se trata de imponer a los miembros del máximo tribunal este cometido, sino de supervisar su seriedad, sus contenidos y buen funcionamiento. En todos los países desarrollados existe este tipo de controles (Estados Unidos, Francia, España, Italia, etcétera).



Por cierto, no son las universidades las responsables del buen funcionamiento de la jurisdicción, pero tampoco pueden ellas eludir la responsabilidad civil que les asiste en el supuesto que habiliten, para el ejercicio de una profesión titular, a quien carece de la debida preparación. Nada impide que, en el día de mañana, se haga valer esta responsabilidad y se corrijan por ese medio los abusos que hoy día lamentamos. Es hora de entender que ningún profesional está investido de patente para defraudar y que su conducta debe proyectarse a la entidad en que se formó. La responsabilidad profesional será tema predominante en el futuro inmediato.


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