Eduardo Frei Montalva, durante su campaña para obtener la primera magistratura advirtió al país que la “verdad tiene su hora” y , nosotros, aunque no hemos sido seguidores de sus doctrinas coincidimos con su anuncio y estamos a la espera de su llegada.
Consideramos que el país ha sufrido innecesariamente con la siembra de odios, en la que la izquierda es un consumado maestro, y las intolerables divisiones que provocan sus “compañeros de ruta”, experticia cuyo dividendo es la mantención de los mismos de siempre en el poder.
Chile necesita que se abran la ventanas para que entre al país el oxigeno re-vivifícate y sea factible, además, realizar la necesaria desinfección que extermine la corruptela, la delincuencia y las drogas, que así mismo sea útil para la expulsión del ato de incapaces que nos domina.
La lección para los próximos enfrentamientos electorales nos resulta evidente, nunca más votar por una persona solo por simpatía, no aceptar nuevamente que nos prometan lo mismo que en los comicios anteriores, no dar por buenos los ofertazos sin someterlos a un análisis de factibilidad.
Es cierto que no es fácil, pues resulta dificilísimo abstraerse de la estupidizante publicidad con que intentan embaucarnos y de la extrema facilidad de palabra de los postulantes a los cargos de elección, pero, junto con las dificultades debemos aquilatar el monto de la cuenta que pagaremos.
Algunos costos implícitos en una mala elección: la administración defectuosa, se paga por ejemplo con mala salud y educación, la mala aplicación de políticas económicas se paga con alta cesantía, remuneraciones bajas y altos precios, la improvisación se paga con falencias en todas las materias.
Al momento de definir por quien o por quienes vamos a votar debemos tener claro que hay alternativas, pero, considerar de manera concreta que es muy difícil que podamos encontrar algún grupo tan carente de ideas y de capacidades como esos que están en el gobierno.
No debemos olvidar, tampoco, que votar es un deber cívico, que además nos hace participes de las decisiones de lo que sucede en el país. No ejercitar este derecho hace ineficientes, y llenas de una gran inmoralidad, las criticas que uno haga sobre lo que se realiza desde la administración.
No debemos dejar de recordar que cuándo a los que gobiernan les va mal, la cuenta de esa “fiesta” la pagamos todos los ciudadanos, muchas veces sin que siquiera hayamos sido invitados a las “sobras” del banquete que se dan con sus amigos, compadres y cercanos de la politiquería..
Chile somos todos, no debemos dejar que el futuro nacional lo definan unos pocos, sobre todo considerando que los políticos son ínfimas minorías, ni olvidando que son “empleados” de nuestros votos, a los que debemos exigir rendiciones periódicas de cuenta de sus gestiones.
Consideramos que el país ha sufrido innecesariamente con la siembra de odios, en la que la izquierda es un consumado maestro, y las intolerables divisiones que provocan sus “compañeros de ruta”, experticia cuyo dividendo es la mantención de los mismos de siempre en el poder.
Chile necesita que se abran la ventanas para que entre al país el oxigeno re-vivifícate y sea factible, además, realizar la necesaria desinfección que extermine la corruptela, la delincuencia y las drogas, que así mismo sea útil para la expulsión del ato de incapaces que nos domina.
La lección para los próximos enfrentamientos electorales nos resulta evidente, nunca más votar por una persona solo por simpatía, no aceptar nuevamente que nos prometan lo mismo que en los comicios anteriores, no dar por buenos los ofertazos sin someterlos a un análisis de factibilidad.
Es cierto que no es fácil, pues resulta dificilísimo abstraerse de la estupidizante publicidad con que intentan embaucarnos y de la extrema facilidad de palabra de los postulantes a los cargos de elección, pero, junto con las dificultades debemos aquilatar el monto de la cuenta que pagaremos.
Algunos costos implícitos en una mala elección: la administración defectuosa, se paga por ejemplo con mala salud y educación, la mala aplicación de políticas económicas se paga con alta cesantía, remuneraciones bajas y altos precios, la improvisación se paga con falencias en todas las materias.
Al momento de definir por quien o por quienes vamos a votar debemos tener claro que hay alternativas, pero, considerar de manera concreta que es muy difícil que podamos encontrar algún grupo tan carente de ideas y de capacidades como esos que están en el gobierno.
No debemos olvidar, tampoco, que votar es un deber cívico, que además nos hace participes de las decisiones de lo que sucede en el país. No ejercitar este derecho hace ineficientes, y llenas de una gran inmoralidad, las criticas que uno haga sobre lo que se realiza desde la administración.
No debemos dejar de recordar que cuándo a los que gobiernan les va mal, la cuenta de esa “fiesta” la pagamos todos los ciudadanos, muchas veces sin que siquiera hayamos sido invitados a las “sobras” del banquete que se dan con sus amigos, compadres y cercanos de la politiquería..
Chile somos todos, no debemos dejar que el futuro nacional lo definan unos pocos, sobre todo considerando que los políticos son ínfimas minorías, ni olvidando que son “empleados” de nuestros votos, a los que debemos exigir rendiciones periódicas de cuenta de sus gestiones.