¿Valores anacronicos?
Algunos de-constructores de la sociedad tratan de desprestigiar los valores morales motejándolos, entre farandulera y despectivamente, como “moralina”, sea porque ellos carecen de estos frenos, lo que de suyo es lamentable, o sea porque quieren imponer a la ciudadanía posiciones que ellos llaman liberales, que no son otra cosa que el asesinato de las libertades.
Los valores morales, y aquí no entraremos en temas religiosos, son la sistematización de la observación de situaciones que tienden a producir reacciones positivas de las sociedades, como el respeto o el amor al prójimo, por antonomasia, la carencia de estos valores lleva a esas mismas sociedades a disolverse en pasiones extrañas, como las odiosidades.
Los valores nos enseñan que la vida, la Patria, la libertad, el respeto a la propiedad de otros, la defensa de la familia, el trabajo y la Justicia son valores in-transables, de tal magnitud que la única limitación que tienen es la libertad y los derechos, simétricos, de los demás ciudadanos. Los desvalores, implican la aparición de la prepotencia, la falta de respeto y las tendencias totalitarias.
Si a lo anterior le agregamos valores netamente espirituales, como los que aportan todas las religiones, en especial en lo referente a la creación del mundo y sus estadios posteriores, habremos completado un cuadro que consideramos irrenunciable, que nos garantiza no solo las libertades “físicas”, sino que además nos proporciona la libertad de pensamiento.
Todos los derechos tienen como contra partidas deberes, esos que siempre tratan de ocultarnos para mejor manipularnos, pero hay una predica constante de su gratuidad y de la necesidad de ampliar esas “libertades” hasta lo infinito, sin importar mucho lo que piense el prójimo.
La observancia de algunas reglas, bastante simples por demás, es lo que permite que nuestras sociedades puedan tener una convivencia pacífica y el desarrollo de una vida plenamente democrática. La quiebra de estas pautas nos lleva a situaciones bastante extremas, que incluyen los enfrentamientos, de las que posteriormente solo nos quedarán lagrimas.
No defender lo que pensamos, puede ser considerado comodidad, porque delegamos en otros la lucha, pero sin duda también puede ser falta de valor, sea este social, como el miedo al ridículo, sea este físico, por temor a las agresiones. Cualesquiera sea el motivo el resultado es el mismo, la perdida de nuestros derechos y la segura amenaza de conculcar nuestras libertades.
Convocamos a todos los hombres y mujeres que tienen valores similares, que aman al creador, que piensan que nos hizo libres, que persiguen la verdadera justicia social, que quieren un mundo de oportunidades a no bajar la guardia, al primer descuido las fuerzas de la “maldad” se nos vienen encima y nos “expropian” valores que consideramos no negociables.
Algunos de-constructores de la sociedad tratan de desprestigiar los valores morales motejándolos, entre farandulera y despectivamente, como “moralina”, sea porque ellos carecen de estos frenos, lo que de suyo es lamentable, o sea porque quieren imponer a la ciudadanía posiciones que ellos llaman liberales, que no son otra cosa que el asesinato de las libertades.
Los valores morales, y aquí no entraremos en temas religiosos, son la sistematización de la observación de situaciones que tienden a producir reacciones positivas de las sociedades, como el respeto o el amor al prójimo, por antonomasia, la carencia de estos valores lleva a esas mismas sociedades a disolverse en pasiones extrañas, como las odiosidades.
Los valores nos enseñan que la vida, la Patria, la libertad, el respeto a la propiedad de otros, la defensa de la familia, el trabajo y la Justicia son valores in-transables, de tal magnitud que la única limitación que tienen es la libertad y los derechos, simétricos, de los demás ciudadanos. Los desvalores, implican la aparición de la prepotencia, la falta de respeto y las tendencias totalitarias.
Si a lo anterior le agregamos valores netamente espirituales, como los que aportan todas las religiones, en especial en lo referente a la creación del mundo y sus estadios posteriores, habremos completado un cuadro que consideramos irrenunciable, que nos garantiza no solo las libertades “físicas”, sino que además nos proporciona la libertad de pensamiento.
Todos los derechos tienen como contra partidas deberes, esos que siempre tratan de ocultarnos para mejor manipularnos, pero hay una predica constante de su gratuidad y de la necesidad de ampliar esas “libertades” hasta lo infinito, sin importar mucho lo que piense el prójimo.
La observancia de algunas reglas, bastante simples por demás, es lo que permite que nuestras sociedades puedan tener una convivencia pacífica y el desarrollo de una vida plenamente democrática. La quiebra de estas pautas nos lleva a situaciones bastante extremas, que incluyen los enfrentamientos, de las que posteriormente solo nos quedarán lagrimas.
No defender lo que pensamos, puede ser considerado comodidad, porque delegamos en otros la lucha, pero sin duda también puede ser falta de valor, sea este social, como el miedo al ridículo, sea este físico, por temor a las agresiones. Cualesquiera sea el motivo el resultado es el mismo, la perdida de nuestros derechos y la segura amenaza de conculcar nuestras libertades.
Convocamos a todos los hombres y mujeres que tienen valores similares, que aman al creador, que piensan que nos hizo libres, que persiguen la verdadera justicia social, que quieren un mundo de oportunidades a no bajar la guardia, al primer descuido las fuerzas de la “maldad” se nos vienen encima y nos “expropian” valores que consideramos no negociables.